Según De Benedictis, aunque el fenómeno de El Niño está perdiendo intensidad gradualmente, todavía está presente y podría potenciar los eventos de lluvia al comienzo del otoño. Sin embargo, estadísticamente, marzo marca el comienzo de una disminución en la frecuencia de las precipitaciones. Sería necesario al menos otro año con buenas condiciones de humedad y lluvias abundantes para recargar los niveles de humedad del suelo y mejorar las napas, que han quedado muy bajas debido al impacto de La Niña.

El análisis de los mapas de anomalías de precipitación indica que se esperan precipitaciones ligeramente superiores a los valores habituales para el mes de marzo, en línea con los datos estadísticos bajo la influencia de El Niño. Sin embargo, no se prevén anomalías extremas, lo que significa que los acumulados de lluvia serán insuficientes para aliviar definitivamente la sequía que ha afectado gran parte de las zonas productivas del país. Aunque podrían ocurrir eventos de tiempo severo, no se esperan precipitaciones significativas.

En cuanto a las temperaturas, marzo suele ser el mes en el que se producen las primeras heladas, especialmente en el sur de la provincia de Buenos Aires, La Pampa y la Patagonia.

 Las proyecciones de precipitación ligeramente por encima de lo normal reducen el riesgo de cambios bruscos de temperatura y, por lo tanto, disminuye la posibilidad de heladas en la mayor parte del país.

Sin embargo, según los modelos de Meteored, se identifica una zona en el centro del país con un moderado riesgo de heladas agronómicas. Esta región, que incluye el sur de la provincia de Buenos Aires, podría experimentar temperaturas por debajo de 3 °C, lo que representa un riesgo para los cultivos.

A medida que marzo comienza, los agricultores y autoridades continúan monitoreando de cerca las condiciones climáticas, con la esperanza de que las precipitaciones aumenten en los próximos meses y ayuden a aliviar la sequía que ha afectado al país durante varios años.