El informe oficial, firmado por Andrea Arcangeli, titular de la Dirección de Sanidad e Higiene del Estado de la Ciudad del Vaticano, certificó que Jorge Bergoglio sufrió un "ictus cerebral" que derivó en coma y, posteriormente, en "un colapso cardiovascular irreversible".
El certificado médico también señaló que el Papa padecía de un "episodio previo de insuficiencia respiratoria aguda en neumonía multimicrobiana bilateral, bronquiectasias múltiples e hipertensión arterial, diabetes tipo II". La confirmación del fallecimiento se realizó mediante registro electrocardioanatómico.
Jorge Mario Bergoglio, de 88 años, había sido hospitalizado en varias ocasiones durante el último año debido a problemas respiratorios y de movilidad, aunque su entorno había asegurado que se encontraba "estable" en los últimos días. En su última internación, permaneció 38 días en el centro de salud Gemelli de Roma por una doble neumonía.
A pesar de encontrarse en etapa de recuperación, el domingo de Pascua se hizo presente en la bendición en la Plaza de San Pedro, utilizando una silla de ruedas y sin necesidad de cánulas nasales para el oxígeno.
El Papa había sido ingresado el 14 de febrero por una bronquitis, y desde entonces su cuadro clínico fue calificado como "complejo", requiriendo varios cambios en la terapia farmacológica. Los médicos informaron que, días después de su ingreso, desarrolló una neumonía bilateral.
Si bien una fuente del Vaticano había confirmado el 28 de febrero que Francisco había salido del estado "crítico", horas después se anunció que había sufrido "una crisis aislada de broncoespasmo", lo que llevó a un "empeoramiento repentino de la afección respiratoria". Aunque el pronóstico fue considerado "reservado", el Papa había recibido el alta el 23 de marzo.